El voto en blanco no se contabiliza en un balotaje

Luego de los resultados de las elecciones generales del pasado domingo 22 de octubre comenzó a especularse con lo que podría pasar en la segunda vuelta.

El Dato

Los comicios se convirtieron en la segunda elección general con menor concurrencia desde el retorno de la democracia, y se produjo una merma del voto en blanco de 800.000 sufragios.

Los partidos políticos que no llegaron al Balotaje manifestaron alianzas o abstenciones, igualmente la última decisión es del electorado, y un tercio de él hoy se encuentra en la encrucijada de votar por una u otra opción, o directamente votar en blanco.

¿Qué ocurre con los votos en blanco?

Marcelo Bermolén, director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral, lo explica:

“A modo de una primera reflexión: Cada ciudadano es soberano, y la mejor decisión sería la de concurrir a votar y elegir, en un momento decisivo para la Argentina, el “yo no lo voté” o su posible nueva versión “yo no voté”, no ha mejorado las gestiones ni impedido las consecuencias”.

Sobre el balotaje del próximo domingo 19 de noviembre

En medio de los efectos de las elecciones presidenciales generales 2023, dentro de un clima desordenado de declaraciones de políticos y espacios afectados por los resultados, y de algunas confusas menciones de medios de comunicación, la sociedad ha sido convocada también de optar por uno u otro candidato, a votar en blanco o abstenerse de concurrir, vale destacar que efectos tendría el voto en blanco en un balotaje”.

Cabe destacar, que el voto en blanco tiene alcances diferentes según la elección de que se trate, en las primarias el voto en blanco se contabiliza en los resultados finales e incide en ellos, porque definen los votos “válidos”, el voto válido es aquel que fue correctamente emitido y puede haber sido para un candidato específico (voto positivo) o para nadie (en blanco).

¿Por qué se cuenta en las primarias?

Durante las PASO se cuenta porque compite como una lista más con aquellas que pretenden llegar a la elección general en la competencia y les quita votos para obtener el piso obligatorio del 1,5% del padrón para pasar de ronda electoral”.

En las elecciones generales y en el balotaje solo valen los votos afirmativos, es decir, los que fueron otorgados a favor de un candidato, en el balotaje los votos blancos se retiran y aumentan los porcentuales de los candidatos que fueron votados, en la proporción que ya tienen.

De esta forma, el candidato que obtuvo más votos positivos tendrá un aumento de proporción mayor y así sucesivamente, en un balotaje, en términos de resultados, votar en blanco es votar perdiendo el voto, en otras palabras, el voto en blanco es un voto válido que se pierda en la cuenta final.

Ejemplo sobre el voto en blanco

Si de cada 10 votos, 4 fueron para Massa, 4 fueron para Milei y 2 fueron en blanco, uno diría a simple vista que cada candidato tiene el 40% y hay otro 20% de voto en blanco, sin embargo, al momento de los resultados finales que consagraran un presidente, el 20% de votos en blanco -del ejemplo- se retira del conteo, y queda sólo el 80% de los votos positivos destinados a los candidatos.

Como de los 8 votos, cada uno de los candidatos obtuvo, 4, el resultado final será del 50% para cada uno de ellos (4 sobre 8) y no del 40% (4 sobre 10) como podría imaginarse. Finalmente, los votos en blanco se pierden, engrosando los porcentajes de los positivos”.

Los ciudadanos que optaron por Juntos por el Cambio en la elección general se enfrentan a una encrucijada, ya que muchos no aceptan ni a un candidato ni al otro, y se trata de millones de personas que podrían dirimir la elección.

Una parte de la sociedad se encuentra frente a una disyuntiva, en un clima de tensiones, agresiones, rupturas y acusaciones cruzadas, muchos electores independientes asisten atónitos el comportamiento de algunos sectores de la política, existiendo pactos, de un lado y del otro de las fuerzas en competencia, algunos no explícitos aun.

“En ese juego del detrás de escena, que no es tan transparente ni tan visible para la ciudadanía, la invitación a no concurrir a votar o hacerlo en blanco, podría ser parte de propuestas interesadas”.

Sobre la elección general del pasado domingo 22 de octubre

Desde el OCI de la Universidad Austral previmos, en un informe anterior a las elecciones generales del 22/10, un aumento de al menos 2.100.000 de nuevos votantes, siendo que efectivamente se incorporaron a la participación más de 2.500.000 electores.

Se constituyó así en el mayor incremento entre una PASO (70,45%) y una elección general (77,65%) con un diferencial del 7,20%, lo que no logró evitar que la elección estuviera por debajo del promedio histórico de presentismo en una elección general (81,18% desde 1983, y 80,29% desde que hay primarias), convirtiéndose en la segunda elección general con menor concurrencia desde el retorno de la democracia, cuyo récord lo ostenta la elección general de 2007 con el 76,20%”.

“La mayoría de esos nuevos sufragios fueron a parar al caudal de votos para Sergio Massa, que se ha posicionado como el favorito. Al mismo tiempo, el informe también previó que en el caso de que Juntos por el Cambio no ingresara al balotaje, implosionaría. Lo que, efectivamente, sucedió”.

Anticipamos una merma del voto en blanco que en los hechos sucedió con una reducción de 800.000 sufragios (1.350.000 en las PASO, 450.000 en las elecciones generales) pasando del 5,51% al 2,02%, siendo la mayor merma histórica de voto en blanco (3,47%) entre una primaria y una elección general presidencial.

Además advertimos sobre una reducción del voto nulo, lo que aconteciera al pasar del 1,24% al 0,81% de los votos emitidos, siendo la mayor merma histórica de voto en blanco (0,43%) entre una primaria y una elección general presidencial, predijimos un escenario de balotaje, con posibilidad de que se asemejara a lo ocurrido -en términos porcentuales- a la elección de 2015, tal como acaeciera.

Luego de lo ocurrido, el flujo de nuevos votantes de la elección del domingo pasado se habría debido a la mayor movilización de los aparatos partidarios, más que a la participación espontánea de los ciudadanos.

Esta acción disparó dos interrogantes importantes:

¿Los partidos políticos (o sus alianzas) son dueñas de los votos de los ciudadanos?

Para el caso de Juntos por el Cambio que pidió fidelidad a sus votantes y no la consiguió estando “juntos”,

¿Obtendría ahora la fidelidad de sus votantes cada una de las partes de su eventual ruptura?

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