Cayeron en Flores dos locales que vendían celulares robados

Una simple inspección en tres locales de reparación de celulares en Flores terminó destapando una red de comercialización de teléfonos robados.

El operativo, liderado por la Policía de la Ciudad, terminó con dos detenidos, decenas de equipos secuestrados y la sospecha de un circuito ilícito que aún tiene muchas aristas por investigar.

No sólo encontramos celulares escondidos en tachos de basura, sino que varios ya figuraban como robados en los registros del ENACOM.

Esto demuestra que detrás de algunos servicios de reparación se esconde una actividad delictiva organizada, señaló uno de los efectivos que participó del operativo, que se desarrolló en colaboración con la Agencia Gubernamental de Control (AGC) y el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM).

La División Delitos Tecnológicos Complejos llevó adelante el procedimiento en tres comercios del barrio porteño de Flores, todos dedicados a la reparación y reacondicionamiento de celulares.

Si bien en principio las inspecciones fueron planificadas como parte de una serie de controles rutinarios, todo cambió cuando, en uno de los locales, los agentes oyeron el timbre de un celular proveniente de un cuarto trasero.

Siguiendo el sonido, los policías descubrieron dentro de un cesto de basura una bolsa repleta de teléfonos escondidos.

En total, se encontraron 20 celulares solo en ese escondite improvisado. El hallazgo llevó a profundizar la requisa en los tres locales, donde finalmente se secuestraron 49 teléfonos y 48 módulos de equipos móviles, muchos de los cuales carecían de documentación de origen o presentaban señales de manipulación para ser revendidos.

Siete de los celulares secuestrados ya estaban registrados como robados en la base de datos del ENACOM, lo que implica una violación directa a la Ley de Telecomunicaciones N°25.891.

La sospecha principal es que los comercios servían de pantalla para una operatoria mayor: recibir teléfonos robados, desarmarlos o modificar su IMEI, y luego ofrecerlos como reparados o usados a precios accesibles.

Los detenidos son un ciudadano peruano de 48 años y un argentino de 24, ambos responsables de dos de los locales allanados.

El juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N°1, a cargo de la causa, avaló todas las actuaciones policiales y solicitó que se consulte a Interpol sobre los antecedentes del imputado extranjero.

También se iniciaron las actuaciones correspondientes por infracción a la ley vigente, que regula el uso, comercialización y habilitación de dispositivos móviles en el país.

La AGC, por su parte, confirmó que los tres locales no contaban con habilitación completa para operar como centros de servicio técnico, lo que refuerza la hipótesis de un funcionamiento irregular sistemático. “Estos allanamientos no solo apuntan a frenar el robo de celulares, sino a cortar la cadena de distribución que alimenta un mercado negro muy lucrativo”, sostuvieron desde el organismo.

Desde hace años, el robo de celulares representa una de las modalidades delictivas más comunes en el AMBA.

Según estadísticas del Ministerio de Seguridad porteño, se roban alrededor de 4.000 teléfonos móviles por mes solo en la Ciudad de Buenos Aires. Una porción significativa de esos dispositivos termina en el mercado informal, reciclados en locales que, como estos, simulan ser talleres técnicos.

A su vez, el ENACOM viene impulsando campañas para que los usuarios reporten el robo o extravío de sus equipos a través del bloqueo del IMEI, un código único que cada teléfono posee.

Sin embargo, la manipulación de este número es una práctica común en el mercado negro, lo que permite que los equipos robados vuelvan a ser activados y comercializados, dificultando su rastreo y judicialización.

Estos operativos conjuntos entre fuerzas de seguridad, entes gubernamentales y autoridades judiciales son clave para atacar el problema desde la raíz.

Desarticular estos centros clandestinos no solo impide la reventa de equipos sustraídos, sino que permite rastrear redes de delincuencia organizada que muchas veces operan a nivel transnacional.

Como periodista, me tocó recorrer más de una vez locales de “servicio técnico” que funcionan a la vista de todos, pero detrás esconden una lógica de impunidad alimentada por la falta de controles y el afán de lucro.

Este operativo en Flores es una muestra de que, cuando se coordina el trabajo de los organismos estatales, es posible frenar estas prácticas.

Aun así, el desafío sigue siendo enorme: combatir el robo de celulares es también luchar contra una economía paralela que se nutre de la desprotección y la demanda.

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