• marzo 18, 2024

Un juez ordeno la detención de Emmanuel Carlos Ioselli

Las charlas entre miembros de la banda dan cuenta de los falsos castings que derivaron en la venta de pornografía infantil, abusos y al menos una violación

El lunes pasado, el juez federal Sergio Torres ordenó la detención de Emmanuel Carlos Ioselli (24), más conocido como Camus Hacker, y de Gastón Rubén Favale (42), ambos acusados de organizar falsos castings de modelaje, pantalla de un negocio oscuro: la venta de pornografía infantil en internet.

La causa incluye denuncias de abusos y la violación de al menos una menor, varios medios pudieron acceder a escuchas, que son parte del expediente y dejan al descubierto cómo elegían a las víctimas.

Al momento, hay cuatro denunciantes en la causa, las edades van desde los 13 hasta los 16 años y una de las jóvenes admitió haber sido violada por Favale durante uno de los falsos castings fotográficos que se organizaron.

Esta semana un medio publicó el testimonio de la adolescente que contó cómo fue abusada por el técnico informático Favale y los horrores con los que convive tras el episodio.

“Desde ese momento no siento nada, creo que me hice asexual. Es una mezcla de mi inseguridad de antes, más este pelotudo, ahora soy una planta”, describió en la cámara Gesell la adolescente.

También accedieron a escuchas telefónicas entre el pedófilo y un posible tercer involucrado que se presenta en los audios como “Rubén”.

Este último sería un abogado vinculado al ambiente del teatro, según se desprende de las escuchas tenía como costumbre asistir a castings fotográficos, en los que reclutaba chicas para que fueran a las sesiones que realizaba Favale en el hotel Los Lirios de Villa del Parque.

“Las que sirven son las que nunca hicieron nada” porque son “más manipulables”, explican en una de las charlas.

Rubén se habría infiltrado en la producción de fotos de un fotógrafo al que se refieren como “El viejo”.

Esa oportunidad era utilizada por la banda para acercarse a distintas chicas e intentar hacer contacto con algunas que pudieran servirles.

Pero en base al material se deduce que esta no era tarea fácil. “Vienen avivadas”, “tienen complejo de divas” o “son muy grandes”, son algunas de las frases que se pueden escuchar durante la charla.

Pero continuaban yendo. “Al menos a 10 fui ya”, admite el abogado en un pasaje.

Además existía otro problema con el que insisten durante la conversación y es que “El Viejo” no perseguía los mismos fines que ellos, lo que complicaba las cosas y habría derivado en algunas discusiones.

A eso se refiere el propio Favale, cuando recuerda un casting: “(El Viejo) empezó a romper las bolas, ‘ojo con lo que decís porque una tenía 16 y otra 17’, no sé qué, le digo ‘Carlos esas pibas son más rápidas que nosotros, no me vengas con pelotudeces, o sea, acá es todo por igual, hay que tratar de que se saquen ropa, no de ponerles”.

“Yo a parte tengo el currito del teatro, las engancho por ahí con la tarjetita y si las minas no son tan cancheras y son medio novatas, caen en todas esas”, describe Rubén en la confianza con Favale en la misma conversación, dando detalles de la forma en que engañaba a las víctimas, utilizando sus supuestas relaciones con el mundo de la farándula para las propuestas.

“El Viejo hace su negocio, manda esos catálogos pedorros que tiene y llama a estas pelotudas que por ahí son minas que ya les hizo fotos, si a mí no me sirve para lo que estoy buscando no me sirve para nada”, se queja más adelante el abogado, al tiempo que le plantea a Favale la necesidad de “abrirse solos” para poder concentrarse en dar con el perfil de chicas -menores- y de material -de tinte sexual- que ellos buscan para sus clientes.

“Y más o menos poner una temática, hacer algo copado, algo así medio hot (…) ir llevándolas”, agrega Favale sobre las condiciones bajo las que deben darse sus castings. Sobre el final del intercambio se menciona también la existencia de un departamento en el Abasto, en el que planeaban montar un estudio, haciendo pasar el lugar por una productora desde la que llevar adelante el plan.

El lugar que para la justicia ocupó Camus Hacker en el engaño

El rol de Ioselli estaba muy lejos del “Camus” al que muchos imaginaron en 2014, cuando su nombre salió por primera vez a la luz, vulnerando cámaras webs de computadoras o accediendo a las fotos y los videos íntimos en los teléfonos de los famosos.

Su parte habría sido mucho más simple: contactar a adolescentes y menores en boliches bailables o a través de las redes sociales, especialmente Instagram, para hacerles una propuesta laboral.

Es innegable que desde que se conocieron las primeras fotos filtradas por Ioselli a esta parte, “Camus” se transformó en un personaje mediático, en una cara conocida de la tele, y ese detalle puede que haya colaborado con su engaño.

Ioselli se acercaba a adolescentes y menores, según explicaron fuentes de la investigación, casi siempre con carencias económicas, familias escindidas, a las que les prometía convertirlas en modelos.

El primer requisito era una sesión fotográfica con Favale, de esta forma su cómplice entraba en el juego.

Favale se presentaba como productor, pasaba a buscar a las captadas por “Camus” por sus casas y las llevaba al hotel Los Lirios en Villa del Parque, donde realizaba las sesiones de fotos

A medida que pasaban los encuentros les pedía que se animaran a más.

Los trabajos nunca llegaban, pero a espaldas de las menores el material ya había empezado a ser vendido en internet como pornografía infantil.

Fue en esas instancias que el negocio tomaba formas aún más enfermas.

Primero las sesiones eran a cambio de dinero, pero luego con cada adolescente se acordaba un precio, una especie de trueque relacionado directamente a sus carencias, donde la banda se aprovechaba de las necesidades de cada una.

Les pagaban con con ropa, zapatillas, celulares e inclusive una de ellas admitió haberlo hecho por útiles escolares.

En ese espacio es también donde se dieron los abusos y la violación.

Si alguna de las adolescentes quería abrirse, dejar de hacer las fotografías, el trato cambiaba.

Al mismo tiempo que empezaban a advertir el engaño, la trampa se cerraba sobre ellas y quedaban atrapadas.

Llegaban entonces los pedidos de que devolvieran las cosas que les habían dado y las amenazas de difundir sus fotos en las redes sociales.

El miércoles pasado los dos acusados fueron llevados a declarar frente al juez Sergio Torres. Favale se negó a hacerlo y “Camus” pidió su excarcelación.

El viernes pasado el magistrado le denegó el pedido, luego de que la fiscal del caso, Alejandra Mángano, se opusiera alegando que el hacker podría fugarse, borrar material remotamente o amenazar a las denunciantes en caso de ser liberado.

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